El mensaje central del Evangelio es que Dios ama al ser humano de manera incondicional. Jesús es presentado como la prueba viva de ese amor:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito…” (Juan 3:16).
Jesús no solo habló del amor; lo demostró sanando, perdonando, restaurando y entregando su vida en la cruz.